Entrada realizada por Alba Barragán Chamorro.
La actividad propuesta para este debate es reescribir un cuento popular desde el punto de vista del tratamiento de las clases sociales.
El cuento popular que se ha escogido es: "Rapunzel".
La modificación que se hará en este caso será la de eliminar el personaje del príncipe para sustituirlo por una amiga con la finalidad de que el cuento se reproduzca en un nivel horizontal desde el punto de vista social.
La mirada
penetrante y las palabras rotundas de la bruja, acongojaron tanto al leñador,
que no pudo hacer otra cosa, que afirmar con su cabeza, aceptando con ello el
malvado trato. Finalmente, el leñador y su mujer tuvieron a su esperado bebé:
una niña preciosa que nada más nacer, fue entregada a la bruja, conforme al
trato establecido entre esta y el leñador. Y ya en su poder, la recién nacida
recibió el nombre de Rapunzel. Durante años, Rapunzel creció encerrada en una
torre sin acceso al exterior. Una estrecha ventana era la única comunicación
que la pobre Rapunzel mantenía con el mundo. Sin puerta, ni escaleras, la bruja
gritaba desde los pies de la torre a la joven Rapunzel, para que esta lanzara
al exterior sus largas trenzas, crecidas durante los largos años de encierro.
El cuento popular que se ha escogido es: "Rapunzel".
La modificación que se hará en este caso será la de eliminar el personaje del príncipe para sustituirlo por una amiga con la finalidad de que el cuento se reproduzca en un nivel horizontal desde el punto de vista social.
Érase una
vez, hace mucho tiempo, un matrimonio muy feliz ante la llegada de su primer
hijo al mundo. La pareja, compuesta por un leñador y su mujer, vivían en una
humilde cabaña muy próxima a la casa de una vieja bruja, que habitaba en aquel
mismo lugar. La casa de aquella bruja, poseía un enorme huerto lleno de todo
tipo de cereales, y frescas y sabrosas hortalizas.
Un día,
la mujer del leñador, tuvo el capricho de comerse una rica ensalada compuesta
por aquellas coloridas y olorosas hortalizas, cultivadas en el huerto de la
bruja. Pero aquello se trataba de una empresa difícil, puesto que aquella mujer
era conocida por su ansia y avaricia. Angustiado por el deseo de su mujer, el
leñador decidió dirigirse hacia el huerto de la bruja en busca de alguna de
aquellas hortalizas con las cuales soñaba su mujer. Pero no tardó mucho la
bruja en verle, dirigiéndose muy furiosa a él:
-¡Pero,
¿cómo se atreve a entrar aquí?!
-Mi
esposa va a tener un hijo y necesita alimentarse bien. Dicen que las hortalizas
y verduras son buenas y necesarias, y usted tiene de sobra… – Explicó algo
asustado el leñador.
-Llévese
lo que quiera entonces- Le dijo la anciana, finalmente, tras sus palabras. –
Pero, ¡espera! A cambio, deberás entregarme la criatura que nacerá.

-¡Rapunzel,
lánzame tus trenzas!- gritaba.
Cuando oía a la bruja gritar, la joven echaba
las trenzas por la ventana para que subiera por ellas. Y así sucedía cada día,
hasta que una chica, que trabajaba unas tierras cercanas a la torre, oyó cantar
a Rapunzel, quedando alucinada por su voz. Tanto le gustó aquel sonido, que
rápidamente quiso buscar la entrada a la torre para conocer a la dueña de tan
linda voz, pero por más que buscó no logró encontrar la forma de adentrarse en
la misteriosa torre. Lamentándose, permaneció allí un tiempo, tendida sobre el
camino tras unos arbustos, cuando de pronto, una anciana se acercó a la torre y
gritó:
-¡Rapunzel,
lánzame tus trenzas!
Al día
siguiente, la chica decidió pronunciar aquellas mismas palabras que había
escuchado a la anciana, y tras observar unas larguísimas trenzas deslizándose
por los muros de la vieja torre, la chica escaló. Pero la pobre Rapunzel, en su
encierro, jamás había conocido a nadie en el mundo salvo a la vieja bruja, y
cuando la chica llegó hasta lo alto de la torre, la joven se asustó. Consciente
de ello, la chica, que era una persona muy bondadosa y atenta, decidió cantar a
la joven, desde la distancia, las palabras y canciones más hermosas que sabía.
Y así, la chica volvió una tarde y otra a la torre, para visitar a la solitaria
y desdichada Rapunzel, y pronto se hicieron promesas de amistad.
-Pero,
¿cómo estaremos juntas, si no puedo salir de esta torre?- exclamó Rapunzel
desconsolada.
-Cada vez
que venga, traeré un pequeño trozo de cuerda, que iremos uniendo, hasta lograr
una gran escalera. Cuando esté terminada, escaparemos juntas de esta horrible
mazmorra y podrás ser libre- respondió la chica.
Pero
pronto descubrió la bruja todo lo que planeaba Rapunzel, ya que ésta, en su
dicha, no pudo evitar hablar de su nueva amiga ante la anciana. ¡Qué furiosa se
puso la bruja! Y con unas grandes tijeras, decidió cortar las larguísimas
trenzas a Rapunzel, y tras ello, la condujo a un desierto lejano y la abandonó
allí mismo, como castigo por su ofensa.
-¡Rapunzel,
lánzame tus trenzas! – Gritó la amiga al día siguiente, como cada tarde.
Y la malvada bruja lanzó las trenzas de
Rapunzel, ya cortadas, para engañar a la jovencita y encontrarse con ella cara a
cara.
-¡Nunca
encontrarás a Rapunzel! – Gritó la anciana entre maléficas carcajadas.
La chica,
muy asustada, cayó de la torre, tras aquellas palabras, sobre unas espinosas
zarzas. No conseguía ver nada tras la caída, y es que aquellas zarzas, le
habían herido los ojos. Pero continuó como pudo el camino a ciegas, tan
preocupada como estaba por Rapunzel. Y tras varias semanas de infatigable
búsqueda, la chica llegó a un lugar donde no se escuchaba nada, salvo el sonido
de una voz, tan dulce como la de Rapunzel. Pronto divisó la joven a su amiga,
caminando fatigosa y a tientas por aquel desierto. Y corriendo se aproximó
hasta ella llorando de alegría.
Tanto
lloraba Rapunzel, que sus lágrimas inundaron incluso los ojos de su amiga, y
como un milagro, la chica volvió a ver. Y tan felices, la joven le enseñó a
Rapunzel qué era tener una vida llena de libertad, disfrutando cada segundo de
ella. Y así, pudieron compartir juntas todos los momentos de la vida como
buenas amigas.
Comentarios
Publicar un comentario